Si no fuera el olvido

Si no fuera el olvido en las almas
de los abandonados,
si el olvido no fuera en algún tiempo,
en algún tiempo lejano o inesperado;
un tiempo que apareciera en letras grandes
-¡Viernes es hoy! Nos gritara desde el fondo
del cuarto y nosotros en la entrada
con los ojos abiertos pero ciegos
sin saber, ni siquiera imaginarse
quién y por qué razón se ha preocupado
de deshojar diariamente el calendario…

Si no fuera el olvido en algún tiempo
así como si no fuera la muerte;
los sentimientos serían alma en pena,
vejestorios reumáticos y enfermos
doloridos por siempre en hospitales,
despiertos para siempre en las almohadas,
hambrientos para siempre e insatisfechos
si el olvido no fuera…

Si no fuera el olvido una promesa,
si el olvido no fuera,
tampoco sería posible la esperanza
que como luz interna nos creciera,
ni el pálpito de paz que cure el alma
ni la resignación anticipada
ni atreverse a llorar de vez en cuando
porque nadie sería capaz aunque quisiera
de llorar para siempre en esta vida
si el olvido no fuera…

Si el olvido no fuera en algún tiempo,
si no fuera posible que existiera
y empapara su brisa refrescante
las aceras desiertas de las calles,
de las calles desiertas de la espera;
siempre serían derrotas los adioses
y sal sobre la llaga las quimeras,
nunca milagro el amor sino pecado
y el rencor una flama duradera
homicida tal vez, suicida acaso,
si el olvido no fuera…

Pero el olvido será en todos los tiempos
una oración, un credo, la buena nueva
de los desamparados del espíritu.
Será el olvido y no el amor el que nos mueva,
Porque no fuera el amor de nueva cuenta
Si el olvido no fuera…

De arrecifes y otras derivas


Lloras...

Lloras. Sobre mi brazo que te sirve de almohada siento que se quiebra una lágrima. Primero una. Luego otra, hasta que poco a poco te deshaces del alma.
Lloras.
Como una gota en la caverna tu suave y humilde y recatado llanto va abriendo oquedades en la medianoche de la noche. Te abrazo. Te me escapas. Sin moverte siquiera te me escapas con la respuesta de siempre cuando lloras: es el mar que me mata y después un silencio que se alarga mientras mis dedos se enredan en el sargazo de tu pelo, buscando brincar esa distancia, buscando llenar ese abismo que debe haber entre mi miedo y tu nostalgia, buscando ver qué tan grande es el hueco que se te fue creciendo dentro el alma.
Es cierto, que el mar, ciego, se estrella contra los inamovibles farallones, o en la playa se rompe en miríadas de estrellas de alabastro, o ensaya una triste canción contra las paredes de las pangas, pero como para que el mar te mate de tristeza, como para que te reseque la garganta, como para que el mar te parta en dos todas las noches. Sí, es el mar que me mata, insistes; te desplomas, sola, fugaz, deshabitada, y yo me imagino que tus ojos atraviesan los muros de la casa y buscan en la playa, buscan cuando tú yo corríamos desnudos por la arena plateada por la luna, sin temor a que la gente descubriera nuestra luminiscencia desde lejos, y desde lejos, nos hacía ver como pequeños peces submarinos que en el fondo brillaban.
¿Por qué amar el mar de esa manera? ¿Por qué amar esa vastedad que daba miedo si con oír una caracola nos bastaba? Pienso, intento, adivino, para que ahora vengas y me digas que es el mar que me mata.
¿Por qué? Pregunto y mi pregunta se me queda colgada entre las plumas de cormorán herido en la borrasca porque te escucho muerta, desahuciada, cansada por ese largo duermevela que debe ser llorar en madrugada.

Llego junto a la Maula...

Llego junto a la Maula, la diviso
Veo su cuerpo tendido como azul arrecife
brillando en aquel desierto que es la noche.
Esa luz de la Maula, tan mansamente irreductible
tan apasiblemente irrefragable
Esa luz deshabitada, sola, como una isla en el espacio
Esa luz como faro que arroja playas siderales a mi
barco galáctico,
Me desvisto, pequeño, me recuesto
temiendo apagar esa hoguera silenciosa
luminiscente, suave.
Todo tiene de cosmos, de desierto,
de mar que huele a hembra recién bañada
donde captura peces somnolientos
y donde sus manos son parvadas de gaviotas
ciegas de tanto sueño.
Me aprieto contra las nalgas de la Maula
Me protejo en su espalda
Me dejo llevar por ese plenilunio inacabable
Por ese suave lamento de sirena varada a media noche
Me despellejo, me transporo, me deshago en la nada…



Mira la imagen de Fernando Botero

Crónicas del día...


Esta imagen en http://www.arteespana.com/surrealismo.htm


Con qué soledosa displicencia
con qué acostumbrada soledad
tumbas la hierba la desmontas
pasas las hojas frías
por aquella erosionada opacidad
tus ojos buscan y te buscan
es más te adivinan te presienten
en ese denuedo matutino
tus manos palpan tus mejillas
y entonces te desencuentras
desde el desbrozo rutinario
desde el orín de hierro de tus navajas milenarias
desde el agrio escozor del mentolato
hay otro que no eres tú que te contempla
a través de aquel arenal de tiempos y destiempos
que son los espejos asolvados de sus ojos
te asombras te detienes
rasuras a un hombre que algo tiene de ti
que te recuerda
que te despierta algún afecto consanguíneo
recoges con sus palmas la flacidez de sus mejillas
y él te concede te deja te permite
afeitas a esa premonición de tu desgracia
lo ves
cierras los ojos
afuera hay un mundo que te llama…





Los minutos, las horas
deambulan por la casa tropezándose
con su cojear monorítmico el tiempo se trepa
a los sillones
y se acurruca solo, me observa
atisba como mis dedos bailan sobre el teclado
escribo nomeolvides
y después de eso, nada
el cursor parpadea, espera
Pasa la noche como un barco
como una isla silenciosa
te busco en mis recuerdos
pero luego se escapan
resbaladizos rebeldes insensibles
persiguen aquella estela luminosa
Cómo quisiera escribir como hacía antes
y romper la cuartilla y deshecharla
y comenzar de nuevo
pero aquí borro todo
y escribo de nueva cuenta nomeolvides
con esa terca soledad que me obnubila
con ese mismo miedo de quedarme callado
de no oírme
de no sentirme vivo escribo nomeolvides
como para pensar que me quieres todavía
para detenerte en esa orilla y detenerme
como para salvarte y salvarme de esa muerte
definitiva y exacta del olvido
sólo por no escribir cuánto te quise
e imaginarte llena de otredades
vaga imprecisa diluída
derrumbada en el tiempo
prefiero decirlo así y adivinarte
en el. ortocentro de mi abrazo
que no puede ni quiero que termine
El Tiempo cabecea minutos
me espera como perro
levanta las orejas y otea algún suspiro
tecleo otra vez las mismas letras
nomeolvidesnomeolvides
y caigo en cuenta que quiero decirte nomedejes
con esa hipotalámica sed te necesito
escribo nomeolvidesnomeolvides
y luego me detengo
El tiempo se estira y luego se duerme para siempre
Afuera la noche se pierde maradentro.

También puedes ver mi blog "El Terreno de la Loma" en: http://elterrenodelaloma.blogspot.com/



En el espacio interior de cada quien, hay un animal que sueña...