Nos mataron a todos

No nada más los mataron a sangre fría
No nada más los balearon sin un ápice de remordimiento
como si no fuesen hijos, hermanos, padres,
o seres humanos que piensan, lloran, aman
como si no fuesen brazos que abrazan, bocas que besan
y cantan y sonríen
y almas y espíritus que suspiran
como si no fuesen capaces de amar en la misma medida
en que ellos odian y se odian
No nada más se los llevaron, a ellos, a los muchachos,
arrojados, golpeados, maltratados
como si fuesen más bestias que ellos mismos
No es que hayan dejado el dolor más profundo
en padre, madre, hermano, como una quemadura
Ni  que les hayan disparado y arrojado en fosas clandestinas
o hayan querido privarlos del bien, del mal,
de frías madrugadas, de la lluvia sobre sus rostros frescos
y del viento y del sol y de la vida floreando como ellos mismos
No es que hayan querido balear su protesta, atajar su ímpetu,
acallar su verso, su canto, su rebeldía indómita
para dejarnos en un silencio más largo que la noche.
Lo peor es que con ello, pretendieron balearnos a todos, a sangre fría,
a hijo, padre, hermano
como si no fuésemos humanos que pensamos, amamos y lloramos
pretendieron que nuestros brazos no abrazaran
y que nuestras bocas no besaran
ni cantaran ni rieran
Pretendieron evitar que amemos en la misma medida
que ellos odian y se odian
y  arrojarnos, golpearnos, maltratarnos a todos
como si fuésemos más bestias que ellos mismos
y causarnos a todos un dolor profundo y soterrado
Querían arrojarnos en fosas clandestinas para acallar nuestra protesta
Si, querían acallar nuestra protesta
y nuestro canto y verso y poesía.
Querían eso y quizá lo lograron
Porque ahora estamos sepultos
sin canto, sin voz sin alegría 
y nuestros sueños y nuestra poesía sepultos junto a ellos
Así estaremos para siempre, sin esperanza alguna.
Si. Nos mataron a   todos.




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Esconde el rostro, la mirada,
rehuye ver la luz  que cuelga clara, redonda, incandescente
como un tizón ajeno, la presiente, la adivina.
Clava sus ojos en el suelo
 y enreda sus pupilas en las raíces subterráneas.
Evade ese plato luminoso que le sigue
con esa sonrisa dolorosa.
La luna llena asciende
y su luz es una canción que sabe a rascadura,
a pan sin sal, a eco perdido en la quebrada,
a llanto deslavado
a cicatriz de quemadura
a besos resecos al sol en las zarzas del tiempo
a huellas asolvadas
a matadura envejecida y sin embargo
hay una tristeza humedecida en la punta del viento
en esa tarde, que se alarga, como las propias sombras empolvadas













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En el espacio interior de cada quien, hay un animal que sueña...