Llueve


Llueve, igual que siempre llueve,
mas qué importa que el cielo se derrumbe
sobre la línea gris del horizonte.
Llueve con la misma simpleza
de lo que no lastima
con su inocua sustancia el cielo baja
y toca con sus dedos de luz la superficie

Llueve, toda la tarde llueve,
y mañana quizá siga lloviendo
y no tendrá la vida otro remedio
que seguir dando tumbos
por este camino lodoso y empapado.

Llueve y la llovizna lava
el cielo, las almas, las angustias,
lo que debe lavar y para siempre

Llueve, y qué bueno que llueva
y que la lluvia no sea una canción
dentro del alma,
sino simple y sencillamente el agua
que se precipita en cascada a los abismos
inofensiva, anodina, abandonada…

Larga la noche...



Larga la noche,
larga y espesa como coágulo,
largo el silencio de este mundo
que ya no gobernamos
sino los ruidos y las sombras,
largo el olvido porque el cuerpo
se despoja de todo y se suicida,
largo el recuerdo de todo lo que fuimos,
larga la espera del que nunca se duerme
pero por costumbre se desnuda y se acuesta,
larga la ausencia de los que no se quieren
pero que se respiran y se rozan,
largo el recuento de los que no han amado,
largo el dolor de los que se hallan solos,
larga la noche, el miedo largo,
y el ojo que no pega ni se cansa
en este abismo largo,
profundamente largo.

La amante del...


Ella dice el último adiós y cierra el pestillo de la puerta. Se recarga por un momento en la superficie labrada de madera y desparrama su vista sobre aquella desordenada soledad. Es entonces que entra en febril ansiedad. Sus músculos se tensan y le hierve la piel por todas partes. Sabe que su amante está ahí, esperándola entre aquel mar de camisetas y zapatos regados por el suelo, entre los olores de restos de comida y pan tostado, en aquel espacio a donde se introducen como un murmullo los ruidos de la calle, Allí.
No supo cómo empezó a quererlo y a necesitar de él con esa locura arrebatada y contenida a duras penas por el resto del día, ni tampoco cómo estando en la casa todo el tiempo su marido y sus hijos no lo notasen. Lo cierto es que a esa hora bienhabida se desnudaba poco a poco y completa frente a él, con la angustia tronándole en la garganta y en las sienes, con la pasión resecándole el alma como una brasa ardiente.
Poco a poco se desnudaba, balancéandose al ritmo de una suave canción imaginaria y sus ojos se abrían desmesuradamente cuando él le parecía susurrar, quedo, despacio, y cuando sus manos suaves de mujer le arropaban el cuerpo tembloroso.
Él, que la vigilaba como pero desde cualquier rincón; él,que asentía excitado cuando ella se probaba las minúsculas prendas, el vestido entallado, las sugerentes medias. Él, que aspiraba el perfume que ella colocaba en su garganta, siempre viéndola.
No había palabras en esa entrega cotidiana, sólo los balbuceos de dos que se hacen uno, mientras la vida afuera se hacía flor y viento y mundo y todo.
Luego al salir era otra, a su rostro volvía la sonrisa y su trabajo era menos pesado y agobiante. Todo valía la pena por aquel momento inolvidable; volver a casa y atacar los trastos que esperaban repletos, la ropa sucia inacabable, los hijos, la comida, la siesta, las horas que se hilaban en el ovillo de la vida, el esposo...
Y en la noche, cuando el mundo se va apagando, cuando los ruidos también se van durmiendo, cuando el sueño lame las heridas del cuerpo, cuando las palabras suaves del marido abren un hueco en la enorme distancia de los oscuro para preguntarle que si me quieres todavía, ella le acaricia el cabello con los dedos y le dice sí, duerme, que aún te quiero todavía; y teme que el dejo de impaciencia la traicione.
Sabe que está ahí, observándole quieto como siempre, eternamente silencioso; y entonces sonríe levemente mientras se va durmiendo sin sentirlo.
Sabe que mañana el mundo brotará nuevamente, que habrá un beso y un adiós, que correrá el pestillo de la puerta y entonces verá de nueva cuenta, en el mismo lugar y de la misma forma a su amante, el espejo.

También puedes ver mi blog "El Terreno de la Loma" en: http://elterrenodelaloma.blogspot.com/



En el espacio interior de cada quien, hay un animal que sueña...