Pudiera ser que un día te durmieras
igual que siempre, igual, después de todos,
pero muerta de sueño te olvidaras
de anclar tu casa, en la noche soledosa,
y como por un descuido, te olvidaras
de revisar el cabo que te amarra a la vida
y te tendieras, desplomada, suicida
y zozobraras
y en ese plenilunio marino, como un barco
Detrás de ti una estela plateada y navegaras
sin timón, sin rumbo, sin destino
y yo te viera desde mi pequeño arrecife a la distancia
con el dolor de un cormorán herido en la borrasca
espulgándome una humeda soledad entre las plumas
y observara que pasas... pasas... pasas...
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